Visita a la comunidad que está a orillas del Río Chagres
El tun-tun del tambor y el susurro de la flauta borran los destellos del vidrio y el cemento de la moderna Ciudad de Panamá para sumergir al visitante en una de las siete culturas indígenas del istmo . En apenas dos horas o menos, se pasa de la arquitectura de la moderna capital y del ajetreo de sus barrios de Panamá Norte para pasar a la tranquilidad, los colores y los bailes de una aldea emberá.
A orillas del río Chagres, que alimenta de agua al Canal de Panamá y al 80% de la ciudad capital, se encuentran cerca de cuatro comunidades emberás que reciben turistas, para mostrarles su cultura y para generar ingresos a través del eco-turismo sostenible.
Tusípono es una de esas comunidades, y los guías en su taparrabo tradicional esperan a los turistas en el puerto Corotú, en Chilibre, para embarcarlos en un aventura que comienza en una piragua -tradicional bote indígena- con motor.
La manera más fácil de hacer el viaje es contactando a un agente de turismo o guía de la comunidad, el servicio incluye generalmente el transporte y el almuerzo en la comunidad, con precios que van de los 50 a los 75 dólares.
Recomendamos iniciar el paseo con la visita a la cascada en el medio de la selva tropical, llamada Quebrada Bonita. Será una caminata de una media hora, para lugar darse un chapuzón en un verdadero paraíso tropical.
El bote los llevará entonces a la comunidad, donde los visitantes son recibidos con música, artesanías y bandejas de frutas. El noco o líder de la comunidad les da la bienvenida y cuenta detalles de su cultura y la vida de la comunidad, antes de presentar a los jóvenes y niños que hacen diferentes bailes que representan la naturaleza, con la cadencia de la flauta y el tambor.
Los niños se divertirán con los animales que la cercanía a la selva trae a la aldea como saínos y monos, y jugando con los niños emberá. A los bailes sigue el almuerzo, pescado, yuca o plátano, servidos en conos de hojas de plátano, propios de la tradición emberá.
La comunidad dispone de baños cómodos y modernos, y de un enorme tambo donde se reúne la comunidad y los visitantes. Luego del almuerzo y las danzas, los turistas pueden caminar en la comunidad o comprar artesanías, antes de emprender el camino de vuelta a la ciudad, luego de convivir en un mundo inmerso en la naturaleza amalgamado por un fuerte espíritu de comunidad.